Gran Hermano

Por Salazar A.S.

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Tenía tanto cansancio en ese momento, La sonrisa pronuncia en mi cara y mis dedos corriendo rápidamente en todo el teclado de la oficina, no ayudaba en nada para aliviar esto. La pantalla iluminaba golpeaba mi supuesta cara feliz, bueno, no solo la mía, sino también a todos mis demás compañeros de trabajo.

Si alguien me viera creería que soy un estúpido feliz, con una sonrisa tan marcada que pareciera que es forzada, aunque tendrían razón, una sonrisa forzada siempre ha marcado mi rostro.

Desde pequeñito me han enseñado a no molestar a nadie en particular, si ofendía a alguien me regañaban mis padres y la demás a mi alrededor, la única forma que aprendí fue sonreírle al mundo, la forma que todos aprenden eventualmente en toda su niñez, eso es algo que nos marca a todos por igual.

Sin que uno se dé cuenta, el tiempo pasa rápido pero en mi caso en particular fue lento, el tiempo es algo que todavía sigue siendo relativo y por extraño que parezca: subjetivo, hace tiempo muchas cosas dejaron de serlo; ya era hora de ir a casa, todos los demás se están preparan y algunos inclusos ya se fueron. Pero yo, todavía sigo escribiendo en el teclado, como el monótono oficinista que soy.

Hasta que algo toca mi hombro, por naturaleza voltee mi mirada y deje lo que estaba haciendo. Una mano me tocó, era Josué. Si tuviera que describirlo con una sola palabra diría que él es el guapo, el más guapo de nuestro pequeño grupo de amigo (de tres amigos), es el más alto, el que hace más ejercicios que cualquiera de nosotros, Tiene los ojos brillantes de color azul cristalinos, si te quedabas un tiempo mirándolo podías ver el mar reflejados en ellos. También tiene una cabellera negra y lisa, peinado hacia el lado derecho, junto a una tez bastante bronceada. Un hombre ideal físicamente. Lo único malo que tenía era esa sonrisa boba en su cara, una sonrisa igual a la mía

— No me asustes así Josué, no ves que estoy trabajando.

— ¿Trabajando? —Movió ligeramente su cabeza a la derecha. — Solo estás escribiendo en una página en blanco de Word, para mí eso no es trabajar.

— Bien, tienes razón — tenía la cara roja de vergüenza al admitirlo, lo bueno es que nadie me vio, — pero yo he acabado de terminar mi trabajo y tú.

No dijo nada en un segundo, solo miró el suelo en señal de derrota, que duró poco, debido a que la levantó nuevamente.

— ¿De qué quieres hablar? —por un momento él había perdido su sonrisa, pero volvió como antes, pero ahora con una mucho más forzada que la anterior.

— Sabes lo que le pasó a Nicolás — lo dijo después de una pausa mí, quería saber, al fin y al cabo, él era nuestro amigo, el tercero de nuestro diminuto grupo. 

Asentí con mi cabeza y continuó.

— Se fue —simple y directo al grano, típico de él.

— ¿Cómo, qué, se fue?

— ¿Acaso no has visto las noticias?, apareció incluso en vivo de cómo se unía a la marcha y dejaba su ropa atrás, aceptando una nueva vida.

Me quedé sin aliento.

Simplemente me quedé en mi asiento pensando en lo que dijo, se fue con los marchantes, que mierda significa todo aquello, ¿Me está diciendo la verdad?, si, nunca me ha mentido directamente en la cara y no tiene una razón para hacer eso, ¿Qué ganaría él?, nada. Simplemente algo de polvo y nada más.

— Entonces… ¿Qué vamos a hacer con él? — retomé el habla, Josué me miró extrañado.

— ¿Qué vamos a hacer con él?, pues nada, él ya no es nuestro amigo, se ha unido a los marchantes, no podemos permitir que nuestras vidas perfectas se destruyan debido a ese sujeto.

No dije nada más.

Salí del trabajo sin hablarle a Josué. Ahora me encuentro caminando en la acera del camino que llega hasta mi casa. Unos 10 minutos y estoy listo, si caminara normalmente llegaría más temprano, pero las palabras de Josué todavía chocaban en mi mente unas contra otras. Tengo que olvidarlo, olvidar a mi amigo por esta supuesta vida perfecta que tengo, ¿Olvidar todos los momentos que viví junto a él solo para mantener mi vida perfecta?

Me gustaría saber cuál es esa vida perfecta que tengo para poder mantenerla.

Di un paso adelante en la acera, ¿Alguna vez han sentido que alguien os mira, pero que cuando voltean la mirada ven que nadie los ve?, pues eso es lo que yo sentí. Alguien me estaba mirando, sentía una punzada fuerte en mi nuca, voltee la mirada y nada, nadie me miraba, ni siquiera había alguien al extremo de la acera opuesta de la mía. Solo un poster con muchos afiches puestos en este. 

Una imagen de ojos azules potentes, penetrantes inclusos, labios grandes y carnosos pintados de un rojo intenso (Si me quedaba mirándolo fijamente podía ver una cara humana) y debajo de esta imagen había una frase escrita, “Sonríe a la gente y recuerda no molestar a las personas”.

Suspiré y me enrojecí de la vergüencita que tenía por pensar que un cartel me estaba observando, entonces volví a retomar mi recorrido con naturalidad.

La punzada de que alguien me miraba no desapareció hasta llegar a mi casa.

“¿Por qué me miras de esa forma?”, el reflejo de mi baño no respondió. Era pequeño y solamente se podía ver mi cara y cuello, solo veía unos ojos negros penetrantes, pelo negro oscuro junto a una piel bastante pálida, parecía un enfermo o incluso un cadáver en vida. No me gustaba para nada.

Ahora puedo ser yo mismo, estando en mi casa la sonrisa se cayó tan rápido como el pelo a una persona mayor. Simplemente quería descansar y listo.

Pero ahora estoy en el baño, mirando directamente al reflejo en mi pequeño espejo, “¿De verdad este tipo soy yo?”, no, “¿Quién demos es?”, no tengo idea, he cambiado tanto desde que era pequeño, la última vez que sonreí fue cuando mi padrino me contó un chiste, no me acuerdo ahora cual era ese chiste, el pasar de los años no ha mejorado para nada mi memoria; El chiste por lo que recuerdo fue divertido, pero no fue tan divertido cuando murió uniéndose a esa marchas y protestando en todos sus amigos libertarios.

¿Libertad? Miré más de cerca al espejo donde estaba yo, toque con mi mano derecha mi mejilla y presione suavemente, sin darme cuenta alce mi otra mano e hice lo mismo en la otra mejilla. Poco a poco y aun presionando mis dedos en la mejilla las levante un poco, formando así una sonrisa extraña.

“¿Ahora estás feliz?”, Nadie respondió, solo miraba el espejo en señal de que algo ocurriera. De repente algo húmedo recorre mi ojo hasta llegar lentamente a mi mejilla.

“Puta madre, ¿Por qué está lloviendo dentro de mi baño?”, al final me fui del baño y dormí en mi cuarto.

Al despertarme no desayuné, mi cuerpo no tenía hambre, ahora me arrepiento. Caminando afuera de mi casa me encuentro sin un rumbo fijo. Hoy era el cumpleaños de un miembro de la oficina, ni siquiera sé cómo se llama, pero igualmente me invitó como a uno más de sus amigos. De seguro todos están ahí, Incluso Josué, si mañana me presento todos me miraran feo por no haber asistido a la celebración. Odiaba todo esto.

Sin darme cuenta estoy frente a una marcha, lo único que nos dividía era una muralla de policías sonrientes, entre cada uno de estos tipos había un pequeño hueco, si corría lo suficientemente rápido podría atravesarlo y unirme.

“Unirme”, hahaha, de verdad estoy pensado eso, ¿De verdad? Si voy puedo ser yo mismo, por fin puedo volver a ser como yo quiero, ser alguien auténtico.

Auténtico, hace eones que no escucho esa palabra, la última persona que recuerdo que la dijo fue mi… No lo recuerdo para nada, ¿Quién lo dijo?, Las imágenes en mi cabeza van rápido, es como la velocidad de la luz, en un segundo recordé toda mi niñez.

Los más importante creo que fueron mis padres. Sinceramente ahora los odio más que antes. Mi padre estricto y rígido, mi madre chismosa y doble cara. Era una puta mierda de vida para un niño. También recuerdo a mi hermano pequeño, como se me pudo haber olvidado que tenía un hermano pequeño.

El último recuerdo que tengo de ese pequeñín fue su muerte y como mis padres utilizaron su muerte para dar lastima y así conseguir dinero, estatus e incluso para parecer humildes antes los ojos de las personas.

Mi hermanito no era como yo, él era dulce, alegre y bastante carismático, pero lo mejor de él era que estaba muy feliz. Murió a sus 10 años por un accidente de auto donde manejaban mis padres borrachos.

No lo pensé mucho, el tiempo se detuvo, mi respiración se cortó, si lo hacía no volvería a mi vida “normal”, no volvería a ver a Josué. Todas las personas que conozco me odiarían y me ignoraron. Odiaba mi vida de mierda

El tiempo volvió a su normalidad y cruce ese pequeño hueco, los policías que conformaban esa línea no dijeron nada, lo único que hicieron fue ver a un tipo correr para unirse a esa marcha.

No sé qué ocurrió después. Nunca volví a ver a Josué en mi vida, ni tampoco a Nicolás. En esta nueva comunidad hay gente buena, aunque hay gente radical, que intentan con todas sus fuerzas matar a las personas que tienen mi antigua vida. Muchos me acogieron con los brazos abiertos, mientras que otros me miraban indiferente y que otros me odian por mi antiguo estilo de vida. Hasta la fecha me siguen odiando.

No me arrepiento.