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Claudio Lazcano (Rancagua, Chile)
Extranjera
No preguntes
que la tristeza resulta absurda
al retorno
de este ermitaño errado.
No hallar el hogar
que las venas debieran ser;
tantos lugares ajenos
tantos días cobijados en lágrimas.
Ay mi suspiro
desde siempre gobierna otras órbitas
cerca de sombras a contraluz
Un abatimiento que no busca otra cosa que despojo
¿Acaso el vacío ahogara el pesar
de una ausencia herida?
Por Tristán
Plumes d'un oiseau mort
Me desespera el curso que ha tomado mi vida en este oscuro territorio
Me exaspera el pensar en un futuro tan sesgado hacia el dinero
Hay más en este mundo
Hay mucha más belleza y bienes en este inframundo
que tienen costo cero.
Quizás debería haber sido leñador,
Leñador un tanto escuálido,
pero la desconexión es lo importante solo somos la madera, el hacha y yo.
Un hacha y madera han sido mi válvula de escape
frente al rápido paso del tiempo
Y el arrítmico olor de los actuales tiempos violentos.
Que extraña y agradable se siente la absoluta oscuridad.
Como no pasaba hace un tiempo ahora me siento tranquilo.
Es el momento de arrancar mi corazón.
Dejar que la sangre fluya...
.
Se quiebran mis piernas
Y se quiebra mi entonación Estoy muerto...
cubierto por las cenizas De un futuro prometedor
Un futuro que jamás llegó,
Fuí masacrado por una ráfaga de tiempo
Acribillado por horas desiertas
Desaproveché tantos buenos momentos
Que cada vez que lo recuerdo
Siento que vuelvo a desangrarme.
Mi vida en este mundo fue una brusca caída
De la estrella menos brillante
De la constelación más insignificante del firmamento.
Que hermosa y entonada
Se siente la voz del silencio
Que bella se siente la tierra entrando por mi boca y nariz.
Todo se ha desvanecido,
Ya no somos más que polvillo,
Flotando despavorido en el infinito de nuestras manos.
Creo que nuestras vidas no volverán a ser las mismas,
hay una pequeña esencia que cambió en nosotros,
quizás fue nuestro pelo o talvez algo más profundo,
algo que las palabras no son capaces de expresar.
Nuestra sangre es relativamente la misma,
pero las experiencias son distintas, nuestros mundos transmutaron
Nuestros espacios y tiempos ya no nos pertenecen,
solo son plumas pérdidas en la corriente.
Por Richard Herzog
Microbús
Había tomado un par de miligramos de benzodiacepinas y también cien milígramos de lamotrigina... Bueno, eso y un par de pitos y una cerveza que vendían a granel que parecía chicha. Extraordinaria. Como sustancia vía intravenosa, cual serpiente sigilosa, al torrente sanguíneo; un uppercut a la sobriedad.
Tenía que pasar a dejar una blusa y un brassier que alguien había olvidado en una de las tantas "fiestas" que se daban en mi humilde pero ordenado cuchitril.
En fin. Ahí iba: a un encuentro medio extraño por un encargo medio extraño y con un ánimo también bastante extraño... Eso que llaman "paja", "fiaca", flojera.
Me daba un poco de vergüenza tener que andar con las prendas esas porque, bajo cualquier punto podía yo verme perjudicado como ya me había enseñado la vida...
Mientras iba en el microbús, saqué el paquete para confirmar que llevaba todo (las píldoras y el copete me tenían la memoria medio bastardeada); escudriñaba dentro de aquella bolsa negra que ya tan fea era por contaminar y por evocarme cabezas humanas cercenadas y puestas ahí. Demencial.
Toqué algo.
Una "persona" de unos 3 a cuatro centímetros de altura me dice:
-¡hey! ¡Más cuidado tú!
-¿qué?
Le dije. No le oía bien. En realidad no le oía un carajo. Me acerqué, atónito, pensando mmmm no querías ser psiconauta, gil culiao; repitió:
-ten cuidado. Fíjate bien quién soy.
-...meh... Jajajaja... Ya...
Malditas drogas.
Maldito hígado.
Me fijé bien "quién era" y me anduve quedando medio frío luego de constatar que esa diminuta figura humanoide ERA YO.
Me agarré las pelotas en señal de pánico. Era yo. Una minicopia de no sé qué material, pero era yo.
-¿hasta cuándo seguís pensando como borrego? Espetó el mini yo.
-ten en cuenta que puedo aplastarte con una mano o bien determinar efectivamente que eres solo parte de un mal flashback o directamente una alucinación bastante callampa y burda... -respondí automáticamente.
-con suerte sabes de quién es la ropa que vas a devolver...
-tengo miedo...
-tenlo. Te lo recomiendo.
-¿qué chucha todo ésto? ¿qué mala broma es?
-ninguna mala broma, pedazo de carne y estupidez...ahora calla.
-¡ah qué mierda!... ¡Esa cerveza debió estar sobrefermentada! Todo esto es imposible... Nunca tan loco, nunca tan hueón...
-hueón... Antes eras más hueón; ahora algo has aprendido... Al menos ya no lloras por cualquier cosa o te refugias en amigos que no son tales... O usas esa asquerosa máscara de desagradable que va por la vida cagándose en todo...
-uf... DMT culiao... Aún me circula...
-déjate de negarme, pedazo de imbécil... Soy la fuerza vital fuera de tu mugre de cuerpo. Sólo andaba por aquí y quise recordarte que ya vas para los 40 y que a pesar de que sientas que la vida te ha tratado mal -vaya que sí, lo he visto- o que carece de sentido o que no has hecho lo que en algún momento pensaste hacer, créeme, vas bien. Tus sentidos se han ido despojando de ciertos condicionamientos y ahora sí puedes ver un poquito más de verdad... Ahora sí puedes tener perspectiva sobre tus propios errores... Así que ve bien y considera todos los contras y pro (que siempre son menos) y actúa conforme a eso, a esa conclusión que sacaste…
-quiero bajarme... quiero tirarme un peo y rascarme contra un árbol... Todo esto no está pasando. Necesito una agüita con azúcar...
Un haz de luz solar se hacía camino entre portentosas nubes. Miraba por la ventana y pequeñas formas geométricas y esas células muertas que uno ve sin saber que las ve o siquiera que son cuerpos de células muertas flotando en el sistema visual, lo inundaban todo.
¿Qué había pasado ahí? ¿Qué era sino un engaño de la mente y no un desborde de verdad suprema, incluso una epifanía? Por cierto, ¿dónde había ido lo que se autodenominó como mi fuerza vital? ¿En qué clase de imbécil delirante me estaba convirtiendo?
Me quedé sin palabras, sin capacidad para dar respuesta a nada mientras notaba que me había pasado ya tres o cuatro paraderos.
Por Felipe Nadie
Intentando Salir
Nunca me he hecho esta pregunta, pero… ¿Por qué yo estoy en un lugar como este? Una cama, una pequeña televisión y un polvoriento cajón con, ¿Mis pertenencias?, creo que, son mías o de las primeras personas que estuvo aquí, aunque daba exactamente igual, al final esta era mi habitación y por así decirlo mi hogar.
Al igual que todos los confinados del lugar yo quería salir, quería con todas mis ganas ver por primera vez el mundo tal cual es, me gustaría conocer esas cosas que los guardias, que estaban enfrente de nuestras puertas, mencionaban a cada rato, Mascotas y eskuelas o como se diga esas cosas, yo quería ver algo más aparte de estas paredes color azul, por eso quiero salir a toda costa.
— Es hora del Baño número 390 — así era como me llamaban, 390 era mi nombre y así se quedaba para siempre, nosotros no teníamos un verdadero nombre como los guardias que me llamaban, nuestro nombre era un simple número.
Me duché, tarde aproximadamente unos cinco minutos limpiándome, después almorcé otros 10 minutos y volví a mi cuarto con el guardia atrás mío, vigilando cada movimiento que podría hacer para escarpar, si intentaba hacer esto lo primero que tenía que hacer era eliminar a los guardias de mi camino, la pregunta es, ¿Cómo lo tengo que hacer?
Al llegar cerraron la puerta metálica con llave, podía quedarme a hablar con el guardia a través de esa pequeña rejilla que había en la parte de arriba de la puerta, pero… ¿Que lograría?, salir por dar pena ajena. Si eso funcionaba realmente muchos de los que están aquí ya estarían en libertad, incluyéndome.
Era una mejor idea acostarse y esperar a que algo sucediera, algo inesperado, cerré los ojos y al abrirlo eso paso.
Habían pasado una hora desde que tomé mi siesta, mi cabeza estaba en un lugar y en otro al mismo tiempo. Quien habrá gritado de esa forma, pensé mientras me levantaba y miraba por la rejilla.
Delante mío no había nada, a mi derecha tampoco, así que por descarte quedaba...
— ¡Por favor, quiero salir de acá! — un anciano, de aspecto de que ya estaba en sus últimos años, estaba de rodillas en el suelo, con las manos en forma de rezo, suplicándole a tres guardias algo que no tenía sentido.
— No podemos hacer eso número 120, ya hemos cumplidos con su última voluntad — el anciano, conocido ahora como 120, sonrió ferozmente y, aunque no lo podía ver claramente por esta mirilla, sabía que en sus ojos tenía un extraño brillo, un potente resplandor de esperanza había aparecido. — Por eso no podemos dejarle salir.
La esperanza había culminado, el viejo se levantó lentamente, resignado y listo para volver a su hogar, pero al momento de que el guardia aparto su mirada de él, el anciano empezó a correr hacia una posible salida.
Duro poco. Un guardia que estaba caminando por esa misma dirección al verlo correr saco, de su cinturón un arma, era una pequeña pistola, ¡Pistola!, ¿Acaso lo quieren matar al pobre?
Y sí, eso fue lo que paso, el guardia disparo y el cuerpo sin ahora vida del vejestorio cayo sordamente al suelo, mis ojos, antes comprimidos, se abrieron abruptamente al escuchar el sonido mortal del arma disparada.
— Mierda, ahora vamos a tener que limpiar, muchas gracias Ted por eso — el primer guardia se acercó, se agacho, se puso un guante de látex blanco en la mano y toco el cuerpo inanimado del viejo.
Ted, el guardia que disparo, al ver lo que provoco saco un celular pequeño, hablo bajo y no pude escucharle, y al terminar de hablar casi al instante vino un equipo médico cubierto hasta los dientes.
Vi como se lo llevaban y como perdonaban al guardia por su acción cometida, ¿Entonces no puedo salir de aquí por más que lo intente?, al final esto era un esfuerzo inútil idear cualquier plan, ¿No lo crees?
Me aleje de la mirilla y como si fuera un muñeco de trapo me desplome en la cama, la imagen de la cabeza reventada no se borraba, la sangre que caía a mares no se iba por más que intentaba cerrar mis ojos. Ver esa pobre cara de esperanza esfumarse y convertirse a una de desesperación era… Era, algo que recalcaba que por más que quisiera no podría salir nunca.
Aquí nacimos y aquí morimos, algo que siempre ha ocurrido hace 100 años, los guardias dijeron que desde ese entonces broto una enfermedad o lo que sea eso y dicen que nosotros estamos enfermos, Ni siquiera sé lo que es, pero bueno. Creo que mejor voy a ver la tele y a desestresarme.
Y así fue, muchos años después, antes de su muerte, numero 390 al igual que los demás se preguntaría que era una enfermedad, justo en ese entonces cerraría los ojos como normalmente hacía, pero esta vez era para siempre. Vivió en su habitación y murió en su habitación, solo y sin nadie que lo acompañase. Una muerte que fue bastante aburrida y muy similar a la de los demás.
Por Salazar A.S.
Videollamadas en la caverna
Puedo estar usando un perfume sin que lo sepas,
son telepantallas los canales de afecto y placer.
Telepantallas sin olfato,
vidas virtuales de propaganda,
una virtualidad entrecortada por el cuatrogé.
Puedo hacerte el amor con la mirada
sin mirarte a ti, sino al panóptico,
el puente panóptico
que mira ciego los cuerpos registrados,
los movimientos estáticos
de fotografías móviles,
y un orgasmo telegráfico, con gemidos envasados
eternizados en el micrófono incorporado.
Tienes una invitación;
juguemos al teléfono:
con dos vasos de plástico unidos por un hilo,
susurrando,
porque así igual
se podrán oír de cerca las respiraciones,
a pesar de que el micro incorpóreo
innegablemente, captura la deleitable piel melódica
mientras que el ojo de vidrio, el dulzor cálido de la idea.
Aun así, no es lo mismo embriagarse de las flores primaverales
con sus pétalos esponjados en nuestros labios,
que conformarse con la distancia marchita del invierno.
Entonces, la realidad virtual es un mundo paralelo,
imagen de la idea que dos telepantallas conectan,
ante la luz fría de las once pulgadas
de esquinas redondeadas,
que figuran el aroma insípido
a la alegoría de la caverna.
Por Victoria Martínez
Décimas ascendentes y descendentes de sanación
(de 1 a 10 y de 10 a 1)
Soy
¿sabes?
un ave
donde estoy.
sin alas voy
y caigo al abismo
de ver egocentrismos
en los otros como espejo,
y mirando vuestros complejos
me doy cuenta que están en mi mismo.
Es
tanto
mi canto
con sordez,
“sin madurez”
que me he descubierto;
Y hoy le doy un concierto
a mi ser, para que trate
de entender mis propios combates
que en nutrida experiencia convierto.
Fue
fuerte
la “muerte”
y el porqué.
Yo no miré
el inmenso daño,
y todos los engaños
por nublar a mi mirada,
por congelarme y no hacer nada
me fui derritiendo en los peldaños.
Al
irme
fui firme
del final.
Y es habitual
cambiarme de piel,
matar al diablo cruel
que estaba en mi corazón,
y así aterrizar la razón,
elevándose en este espinel.
¡Fin!
digo:
Mi abrigo
es festín
en un jardín
de amor que he plantado,
y el cual está rodeado
de un vergel con esperanzas,
y todos los días se avanza
hacía un ser que ya se ha perdonado.
28/07/2020
Segunda parte de mi vertiente
desgrano mi maldito actuar,
y en lo profundo mirar
las trampas de mi mente.
Sano el subconsciente
también mi ser,
y al caer
sin miedo
puedo
ver.
Veo mis errores infinitos
cubiertos bajo la moral,
y aparece el animal
al que ya no permito.
Hoy el alma agito
con sanación,
y mi don
convoque
lo que
son:..
..Esas batallas, aprendizajes,
caídas de la humanidad,
matando con voluntad
mi bestia más salvaje.
y que no se atajen
balas por mi
frenesí
conmigo,
digo
si.
Me siento como un cazafantasmas
matando todos mis demonios,
quemando los testimonios
que en mi aun se plasman.
también se entusiasman
actor de amor
de un color
de luna
y una
flor.
Finalmente tiro a la basura
los desechos de mis mentiras,
y guardo todas las iras
en cuartos con luz pura.
todas las locuras
al maletín,
y el botín
pal lao,
chao,
fin.
29/07/2020
Décimas por el estallido social chileno
Los recuerdos del tirano
se vienen a la memoria
y se repite la historia
a cargo de otro marrano.
Nuestros derechos humanos
se fueron a la basura
con montajes y torturas
que el pueblo ya está sufriendo
y ahora mismo está viviendo
una nueva dictadura.
Terrible es la represión,
lacrimógena y guanaco
los milicos y los pacos
atacan sin compasión.
Ya que tienen como un don
pa dispararle a su gente;
Porque les lavan la mente y
se convierten en traidores
si son hasta violadores
estos cerdos delincuentes.
Y ni hablar de quién los manda,
ladrón y rey del cinismo,
patrón de fundo el fascismo
que ha sus perros los desbanda.
Se manda con cada tanda
de idioteces con su boca;
Porque este mismo provoca,
y el gabinete de giles,
el pánico en todo Chile
que ha mi pueblo lo sofoca.
No nos van a detener
no hay olvido ni perdón,
la nueva Constitución
la tenemos que obtener.
Nos vamos a defender
porque el pueblo ya es audaz;
La estrella será capaz
de a su bandera pedir:
El derecho de vivir,
pero de vivir en paz.
Por Claudio Lazcano
